Las fracturas pélvicas en el embarazo son entidades infrecuentes, la etiología más común suelen ser accidentes de alto impacto como accidentes automovilísticos o deportivos; o las fracturas por estrés secundarías a otras patologías de base como la osteoporosis. Los cambios fisiológicos y anatómicos durante el embarazo aumentan la posibilidad de una ruptura en el anillo pélvico. La tasa de morbimortalidad varía según el tipo y grado de la lesión. Estas entidades representan un reto diagnóstico, el cual se basa principalmente en una buena exploración física e identificación de factores de riesgo. Un síntoma que puede ser clave de la fractura por estrés es la lumbalgia crónica. El diagnóstico de oro en una persona gestante es la resonancia magnética para disminuir la exposición de radiación al feto. El tratamiento suele ser conservador y rara vez quirúrgico. El pronóstico difiere según el mecanismo de la lesión y de las estructuras dañadas de la mamá y el feto.